martes, mayo 08, 2007

En el blog de Orrego

Acompañando a un chofer.

Tengo un amigo que se llama Albano, y él también es de los que tratan de elevarse entre tantos que arrastran hacia abajo. Mientras conduce, su complexión es muy desaliñada, más no su figura y temple. Descansa su cuerpo en el asiento, ya que no está viendo ningún avance y comienza a mantener la cordura, dado que ya no hay más porque alentarse.

Él tiene muy clara su visión y las creencias están a la orden del día, viendo lo que puede creer sola-mente. Yo, sin ningún atributo especial y con los mismos elementos decorativos de siempre, trato de hacerle ver que estamos en un conjunto de programaciones, las cuales pueden comenzar a inhibirse si es que instala, en primera instancia, su Buena Fe. Sucumbiendo de inmediato, ya que su mundo apagado no me deja mostrarle el farolito que llevo entre mis manos.

En todo caso, observo como desde las mismas alturas, la observación tiene un tiente a Mala Fe. Esa misma que me indicó mi padre, luego que le comentara mi intención de entregarle a mi ente contratista un farolito para los nuevos tiempos. Entendiendo, por sobremanera, los dichos del Señor Fregoso dado que, sin discusión, el totalitarismo, dentro y fuera, se observa como un acto lejano a la Buena Fe.

Es así entonces como veo a mi amigo (el chofer) enfrascado en los tacos, preguntándose por qué no avanzó y yo, indicándole que si se puede pero hay que tener una cuota más alta de Fe, con independencia de los que están entre sus actos y logros, ya que de ellos solamente debe tener una capacidad de comprensión y advenimiento. Sin embargo, todo ello se me destruye cuando existe en el Olimpo una observancia al engendramiento.

Fijate.cl

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